Se subió los pantalones sintiendo aún la sensación del placer que le dejó la mujer, que ahora lo miraba con ternura, y que nuevamente le pedía la abrazara, accedió y sintió el profundo aroma que le envolvía lo sentido; la beso una y otra vez para nuevamente dejarse caer sobre sus grandes pechos para lamerlos y chuparlos incansablemente y nuevamente estaba desnudo, penetrándola con fuerza y llevándola como tantas veces al amor, a ese dulce amor que se repetía y que era para toda la vida.