De nuevo en este mundo con los zapatos de cuero puesto, los pantalones
de cótele y el grueso chaleco de lana, yendo a comprar la marraqueta
calientita para comercela con mantequilla y un mate inspirador de
poesias que nunca voy a escribir y que solo quedaran en la memoria de un
buen desayuno que ha servido para olvidar el frio de esta mañana.