Día de suerte
Estaba solo en la esquina, desafiante esperando su presa. Caminaba de un lado de la vereda al otro, siempre mirando a lo lejos como atisbando a su víctima.
Se apoyó en la pared, subió una pierna y encendió un pito de marihuana, daba una pitada y levantaba su cabeza mientras aguantaba el aire y luego lo soltaba bajando la cabeza que apega a a su pecho. Su ropa estaba sucia y sus dedos manchados por la nicotina. Relucía unas zapatillas nuevas coloridas. Cuando vio que se acercaba una camioneta , disimuladamente escondió el pito entre unas piedras y entró al pasaje. Camino como si viviera en una de esas casa, saludaba a los vecinos cuando la camioneta que él pensaba que eran de los tiras pasó de largo. Entonces volvió a su esquina, recogió lo que le quedaba del pito y lo guardo en su bolsillo, allí acarició su cuchillo y lo saco por unos segundos, lo puso en su espalda afirmandolo en el cinturón del pantalón y enfiló con la mirada fija hacia quien venía hacia él. La mujer había bajado de losl colectivo y abrió su bolso, sacó su celular y contestó la llamada mientras caminaba directo hacia el José un drogadicto y delincuente conocido en su población. Cuando ya estaba a unos metros, José apretó el mango de su cuchillo fue entonces cuando apareció un hombre joven y alto que abrazo a la mujer y juntos cruzaron la calle mientras José pensaba que no era su día de suerte.
Estaba solo en la esquina, desafiante esperando su presa. Caminaba de un lado de la vereda al otro, siempre mirando a lo lejos como atisbando a su víctima.
Se apoyó en la pared, subió una pierna y encendió un pito de marihuana, daba una pitada y levantaba su cabeza mientras aguantaba el aire y luego lo soltaba bajando la cabeza que apega a a su pecho. Su ropa estaba sucia y sus dedos manchados por la nicotina. Relucía unas zapatillas nuevas coloridas. Cuando vio que se acercaba una camioneta , disimuladamente escondió el pito entre unas piedras y entró al pasaje. Camino como si viviera en una de esas casa, saludaba a los vecinos cuando la camioneta que él pensaba que eran de los tiras pasó de largo. Entonces volvió a su esquina, recogió lo que le quedaba del pito y lo guardo en su bolsillo, allí acarició su cuchillo y lo saco por unos segundos, lo puso en su espalda afirmandolo en el cinturón del pantalón y enfiló con la mirada fija hacia quien venía hacia él. La mujer había bajado de losl colectivo y abrió su bolso, sacó su celular y contestó la llamada mientras caminaba directo hacia el José un drogadicto y delincuente conocido en su población. Cuando ya estaba a unos metros, José apretó el mango de su cuchillo fue entonces cuando apareció un hombre joven y alto que abrazo a la mujer y juntos cruzaron la calle mientras José pensaba que no era su día de suerte.