viernes, agosto 14, 2020

Scooby


Hoy no era una mañana fría, más bien templada. Por eso me atreví y me asomé a la calle, no se veía a nadie a no ser un gran perro negro que al verme comenzó a correr velozmente hasta la esquina y volver; me daba dos ladridos y lo volvía hacer, era una clara invitación a que jugara con él. Abrí la reja de entrada y salí a la calle, la felicidad del perro era extrema, saltaba, corría, se echaba, se colocaba de espaldas, se colocaba en posición de ataque y me rodeaba con su cuerpo buscando una caricia que no tardé en entregársela, pasaron muchos minutos en que jugamos, él entendió claramente mi discapacidad. Estuvimos así como diez minutos en que ya debía entrarme mi cuerpo se resentía por el esfuerzo.
Cuando cerré la reja Scooby como llamé al perro, se acercó levantó su patita, se la tomé y el con mucha gracia movió su hocico esbozando algo como " nos vemos" y se marchó.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...