viernes, mayo 27, 2016

Estoy cayendo a pedazos, como caen las hojas de un árbol remecido por un viento otoñal, sin poder aferrarme, cayendo como si fuera una obligación natural, como si fuera lo que tengo que hacer hoy, esparcirme por el suelo en trozos pequeños como migas para palomas, como si tuviera que sentirme muerto, sin más cielo azulado que el que veo con uno de mis ojos, como si todas mis partes tuvieran que ser la nada en los diecinueve grados de este día agradable.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...