lunes, junio 25, 2018

Frio

Y aquí estoy de nuevo sentado cerca de la estufa, ahuyentando el frío. Por la ventana se ve el viento que mueve las olas que corren agitadas hasta más allá de la orilla; está noche será lluviosa y fria. Pienso en quedarme despierto sin hacer caso a mis huesos que quieren descansar; me toco la cabeza y con mis dedos peino mi cabello blanco; hoy estoy derrotado, vencido, le abro la puerta a mi perro y me quedo sintiendo el viento y el frío; cierro la puerta y me siento al sillón abrazando a mi perro, él se deja querer. Me cubro con una frazada, cierro mis ojos y me echo en el olvido.

La Cancha de la Maipo

La Población Maipo tres fue entregada con una parroquia, una escuela y un terreno baldío que sería una cancha de fútbol.
La cancha de futbol de la Maipo durante muchos años era tierra y piedras, los jugadores acostumbraban a realizar una labor en vano que era sacar algunas piedras del campo de fútbol; lo mismo hacia el arquero en sus ratos libres para amortiguar sus caídas que no dejaban de ser dolorosas.
Mi padre, cuándo yo tenía como ocho años, me llevó a jugar, lloré durante media hora para no jugar porque me dolía todo de solo pensar en una caída en ese suelo duro y piedroso.
Solo los días domingos se jugaba y se reunía mucha gente a hacerle barra a su equipo, venía gente de otras poblaciones y más de una vez se armaban riñas. Siempre quedaban rastros de botellas de pilsener, maltas y vino, además de mucho papel. Acostumbraba a llegar un señor con un canasto a vender sus calientitas empanadas de horno, en la otra esquina se ponía una señora con el pan amasado y por entremedio se colaba el vendedor de maní confitado.
La población se aglomeraba para ver los partidos de importancia, fue en la final de Marcos Pérez con el Fatucen que llegaron grandes barras y armaban un griterío ensordecedor en la cancha, desde casa se escuchaba las cornetas y los pitos. El árbitro vestido todo de negro antes de entrar a la cancha se empinaba una pilsener medio escondido entre la multitud. Los jugadores lucían sus camisetas limpiecitas y todos estaban con los mejores peinados, solo uno que otro jugador desteñía en esta fiesta al jugar con zapatillas. La tierra que se levantaba se la llevaba el viento hacia la cordillera y los malheridos jugadores por el estado de la cancha eran atendidos en las afueras de esta. Los goles eran celebrados con grandes gritos de alegría confundidos entre las fuertes ofensas que recibía el árbitro del partido. Casi siempre se armaba una pequeña riña que terminaba con algún jugador expulsado y el triunfo era terminado por la invasión del público ganador a la cancha; ya entrada la noche aún se podía divisar algún curado aun celebrando al lado del arco.
Con la llegada de la dictadura la cancha fue usada para reunir a los vecinos detenidos en ella fueron golpeados muchos padres que finalmente eran enviados de vueltas a sus casas, el milico que mandaba los conocía a todos por lo que una buena paliza era lo necesario solo para hacer saber que era él que mandaba ahora en la población.
Con la llegada de la democracia se decidió cerrar la cancha, por primera vez pusieron un alambrado que los niños cortaban hasta con las manos para entrar a pelotear, en un segundo gobierno democrático la cancha se cerró de forma definitiva con grandes fierros que impedían la entrada de cualquier persona ajena a la cancha. Luego vino la colocación de grandes luces que duraron un par de meses, era para que jugaran de noche, pero la idea no perduró. Uno de los últimos Alcaldes de izquierda logró colocarle pasto natural se veía hermosa y por las mañanas el regadío de esta hacia ver arcoíris, llegaban numerosas aves a picotear en el pasto, el espectáculo era maravilloso; los partidos de fútbol se realizaban siempre con la observación de barras en una pequeña galería y después de más de treinta años tenían camarines los jugadores, el neoliberalismo se hacía presente. Un alcalde de derecha pensando en el alto costo que tenía mantener está cancha, cambio el pasto natural por pasto sintético, de esta forma fue quedando en el pasado el frescor del agua regando la cancha, el canto de los pájaros, la algarabía de los vecinos y los campeonatos que a esta altura son historias que se narran entre los puentealtinos que con una mirada de nostalgia esperaron más de cuarenta años para que le pusieran pasto natural, luminarias, camarines y galerías y que en un abrir y cerrar de ojos la cancha de la maipo quedara sintética, falsa, vacía y silenciosa.

Noche

Con los ojos bien abiertos la noche me parlotea. Me dice de sus amores, de sus noches de esperas, me dice de sus ansiedades y sus miedos. Yo le cuento que deje de dormir para estar atento al silencio nocturno que me acomoda y me acurruca.
Ay noche ! Culpable compañera, solo tú sabes que tomo la mano de mi amada y la llevo a mi boca, la beso en silencio, le doy gracias a dios y me duermo.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...