El Suicida
Parado en medio del pasillo, mientras el metro
avanza a gran velocidad, con los ojos llorosos y la voz quebrantada dijo
algo que poco se entendió; al terminar subió su mano derecha, la que
tenía un revolver, hasta su sien y sin dudar apretó el gatillo. En el
intertanto que el cuerpo se desplomaba el tren se detuvo se abrieron las
puertas algunos pasajeros asustados, nerviosos descendieron
apresurados, otros se quedaron en sus asientos curiosos y con asombro
observaban como el holograma del suicida se esfumaba.