sábado, abril 22, 2017

El mar llega con fuerza, avanza silencioso y
Manso hasta la orilla/ como un beso suave
Se acurruca a la arena / y como un amor perdido
Se aleja y vuelve con trazos largos y sucesivos/
Mi mar querido aquel que mece el cielo vivo/
Y que acoge a la luna en su nido/
Te añoro cuando siento el rocío/
Cuando el viento frio/ cuando cálido a tu lado rio/
Amor de piratas y marinos/ está noche de otoño
te acuerdo y no te olvido.

Sentenecia


Una lluvia suave cae a esta hora en Santiago, es casi una llovizna, las gotas se desprenden de los árboles y caen abruptamente al piso esparciéndose en miles de gotitas menores y posteriormente morir en la sequedad del piso de cerámica.
Me miro al espejo y veo que mi barba está crecida y más blanca ya se acerca mis sesenta años lo que me provoca cierto escozor, mientras recojo mi bastón que se ha caído al piso en acto circense con el otro porque no me puedo agachar, pienso en como llegue a este estado y la primera pregunta que se me viene a la cabeza es ¿por qué a mí me pasó estor? Dejar de trabajar y cambiar tu vida en un cien por ciento no es fácil, de caminar bien a pasar a caminar torpemente y por poco tiempo con muletas, verse en este estado de depender de los otros para vestirte o ponerte los zapatos te entristece a momentos, la mejoría parece lejana y es en este estado que uno siente que la muerte es más cercana, todo te da miedo si el corazón late más fuerte, si un simple resfriado puede complicar todo, si te caes, en fin hay un claro temor a morirse; algo que nadie quiere la muerte se rehúye de cualquier forma con dietas, comidas sanas, etc. Se busca intensamente como vivir más años y en ello prima la inclaudicable sentencia dictada por dios o la forma natural de la vida de que todo lo que nace muere, todos estamos definitivamente condenados a morir.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...