En la piscina municipal nadie es perfecto, somos los que somos y estamos los que estamos porque algo queremos mejorar. Los ejercicios son más fáciles para unos y más difíciles de hacer para otros. La hora se nos pasa volando o flotando. Luego nos quedamos unos pocos jugueteando en el agua, otros conversan y los menos nadan. A la salida una espantosa ducha de agua helada que en su mayoría evitan. La vuelta a casa se hace sintiéndose renovado y por sobre todo con hambre y cansado.