Mis pies fríos se alientan con unas tostadas con mantequilla y un café bien caliente que me espera sobre la pequeña mesita que está cerca de mi cama que aún guarda tu aroma de mujer de cabello desordenado de color negro y que se marchó bien de madrugada dejándome solo frente a este café ardiente y solitario, café amargo que finalmente logra cumplir su propósito de entibiar mis pies.