jueves, agosto 20, 2020

El Raco


Me pueden disculpar, pero adoro este viento que deja la noche más clara, que hace cantar los tejados.
Cuando era niño y comenzaba este raco salía a la calle y abría mis brazos como dejando que el viento me llevara, lo más que me sucedía es que lograba sacarme de mi ubicación. Otra de mis entretenciones era la construcción de un paracaídas hecho con un pañuelo y un soldado de plástico, lo.lanzaba con fuerza hacia arriba y el viento se lo llevaba; más de alguna vez perdí pañuelo y soldado.
Se siente el ruido de algunas latas, los árboles ladean sus cuerpos y el raco ruge como un animal bravo. De pronto no se escucha nada, la noche parece quieta, callada, pero nuevamente brama el viento con mucha más fuerza, da la sensación de que mueve la casa. Seguramente se quedará toda la noche. Yo estoy muy despierto, atento en caso de que vea pasar un paracaídas. Juro que me levantaré para atraparlo.

Carlos

Al viejo Carlos se le ve siempre sentado en el balcón, lee el diario, luego baja un poco su sombrero para protegerse del sol y duerme su siesta en pleno verano de 1952.
Hace un tiempo lo operaron, la gente dice que adelgazo, el se mira al espejo y tristemente ve como cambio.
Su mujer Ernestina de la menopausia se empapó, de pronto se acaloraba, se mareaba y el.genio le mudó. Ella nunca más miró a Carlos con pasión, se alejó lentamente y Carlos lo sintió. Cosas de la edad la pasión de los dos se alejó, se acabaron, los paseos juntos, separaron camas, no hubieron más besos. Finalmente en casa de Carlos y Ernestina el amor ya no se realizó.
Ahora Carlos tiene impotencia. Ella prefiere estar sola no.le gusta que la toquen.
Los dos saben que el amor que se tenían definitivamente no es el mismo que un día Dios les encargó.
Él sigue haciendo siesta en el balcón, ella se entretiene con sus plantas, su perro y teje viendo televisión.
Por las tardes se juntan a tomar te, él ya cumplió setenta, ella ya su edad olvidó. Se miran.conversan, hacen memoria de los hijos, que vienen el fin de semana, que los nietos llegan, que esa es su alegría mayor.
A veces creen que están muy viejos, que la labor del campo los superó, pero igual se les ve temprano cuidando gallinas, sembrando y cosechando el alimento que siempre la tierra les dio.
Se fue un verano, otro llegó, pasaron los años
Ernestina 90 años cumplió. Don Carlos hace un tiempo la dejó y aunque roda la familia se reunió para celebrar el cumpleaños, Ernestina sola se sintió de pronto media perdida preguntó a su hija mayor.- abra despertado Carlos, vaya mijita a verlo en el balcón se quedó.

Servicio

Si Dios visitase Chile
Me sacaría fotos con él,
Le pediría me autografiara algún libro
De mi autoría, por supuesto
Y a la razón de su visita
Le diría que como siempre
Al fondo y a la derecha.

Sola

Se quedó sola
con su muerte incipiente
con la herida abierta
con la mirada fija en el cielo raso
los puños apretados
y un dolor que se la llevaba
me muero dijo casi balbuceando
una brisa fresca se llevo
el rojo de sus labios,
El verde de sus ojos
y se quedó blanca y rígida
como los muertos cuando mueren

Tal vez

Tal vez aquí se detengan los girasoles
o guarden silencio las amapolas
o se desojen las rosas
o caigan tus besos de otoño.
Tal vez aquí todo sea nada
y tu cuerpo de mujer
sea el vaivén de las olas
y mi amor por ti tan solo sea
una estación perdida.
Tal vez aquí Dios creo el mundo
Mientras nosotros tocábamos
nuestros cuerpos desnudos.
Tal vez todo es mentira
y tu boca nunca beso la mía.
Tal vez esto sea un sueño
lleno de nostalgia
y las nebulosas
de invierno lloren
como mis ojos cuando no te ven
o cuando tal vez sienta que no existes.

Insomnio


Apagó la luz y se acomodó para dormir, eran las tres y cincuenta de la mañana. Su insomnio databa de hace ya varios meses, los avances que había logrado con la acupuntura lo hacían dormir a ratos. Sin embargo, esta noche no había dormido ni un poco, cuando creyó que se quedaba dormido el sueño se le fue casi como por arte de magia. Se sentó en la cama, ordenó sus frazadas y se quedó mirando la noche, estaba nublado, dos grandes focos se divisaban al fondo, del lado izquierdo de la ventana. Un ruido lo alertó, un gato se dijo pero, cuando vio que una especie de animal.raro se adosaba con sus cuatro patas al vidrio, no tuvo reacción. Los dedos largos de la cosa eran como tentáculos de un pulpo muy rosado, su cuerpo flaco y su cabeza pequeña sin pelos con dos grandes ojos que lo.miraban lo aterrorizaron, su cuerpo se puso rígido y su corazón parecía se le escapaba por la boca, se encogió cubriéndose casi entero con sus frazadas como lo haría un niño en la peor de sus pesadillas. La cosa estuvo unos segundos, finalmente desapareció como dando un salto al vacío. Ramírez volvió en si después de más o menos diez minutos, pensó que se equivocó, que lo había imaginado, que la falta de sueño le había jugado una mala pasada. Se hizo de valor y se fue a la ventana, con cuidado deslizó un lado, con sigilo sacó la cabeza, no había nada, el frío le atravesó el pecho, miró hacia abajo, hacia arriba, hacia los costados y nada; entonces dio un suspiro.largo, se apoyó con sus manos y sacó la mitad de su cuerpo empapándose de la noche. Fue en ese momento que la cosa se abalanzó sobre él, lo arrancó de cuajo y se lo llevó como cuando un pájaro huye con su presa

Ruiseñor

Dejó de pasar el hombre del Mote Mei,
Lo hacía por la noche
cantaba " calientito el mote Mei".
El maní confitado también desapareció,
¡Confitao calientito el confitao!
La señora con sopaipillas por la cuarentena a su casa se fue
El señor de las manzanas confitadas en su casa se le vio
El vendedor de escobas,
de cloro y el afilador de cuchillos
nunca más se les escuchó.
Se echa de menos al chinchinero
Y al vendedor de leche burra.
Las calles vacías
El silencio, las noches frías
Invocan la nostalgia
De quienes siempre son
De lo cotidiano
Caseros y caseritos.
Volverán como siempre
Al igual que el ruiseñor.

Extraviado




La lluvia no amainaba y Heriberto Fuentes insistió a su mujer en que tenía que salir a comprar.
- pero, no te demores mira qué no están los tiempos para resfriarse le dijo Carmen a su esposo.
- no te preocupes, vuelvo al tiro.
Heriberto se puso su parka, su bufanda café, un gorro de lana y tomó el paraguas que estaba al lado de la puerta de salida.
El agua corría por la vereda y los zapatos de Heriberto chapoteaban cada vez que daba un paso, al doblar en la esquina divisó que el almacén estaba abierto. Compró pan y cigarrillos salió con la bolsa y de vuelta a su casa decidió, debido a que la lluvia paró, caminar un poco más y se fue en dirección a la plazuela que estaba frente al almacén.
Carmen entretanto preparaba todo para tomar café. Luego corrió un poco la estufa, encendió la televisión y esperó.
Al cabo de una hora Heriberto no llegaba, entonces decidió salir a buscarlo, preguntó en el almacén y le confirmaron que había estado allí, alguien dijo que lo vieron en dirección a la plaza, recorrió la plaza y alrededores. Esperanzada de que ya hubiera vuelto, abrió la puerta y se dió cuenta que todo seguía igual. Se sintió abrumada, luego al paso de las horas enojada. Quizás pa dónde se fue? Era la pregunta que se hizo cuando se fue a la cama, era tarde, seguramente llegaría de madrugada y sería la segunda vez que le pasaba esto en su matrimonio que ya llevaba cinco años.
Heriberto no llegó en toda la noche, entonces ella fue a la policía quién en el día siguiente inicio la búsqueda. Ella recorría junto a familiares y amigos diversos lugares.. Al cabo de unos días nadie sabía que había pasado. La noche del jueves justo cuando se cumplía una semana Carmen salió a dar otra de las ya tantas vueltas que había dado en busca de su marido, casualmente era la misma hora en que había desaparecido. Volvió una vez más derrotada. Cuando abrió la puerta de casa Heriberto estaba preparando la mesa para tomar café.
Y tú dónde andabas? Preguntó Heriberto
- estás bien, donde estabas? Qué te pasó?
Heriberto sorprendido le dijo - como no ves fui al pan y volví al tiro, qué acaso me demoré mucho? Y sonrió
Pero, si te fuiste hace una semana
Estas loca mujer. Aprovecha tomemos café mira qué el pan está calientito.
Carmen incrédula tocó el.pan y sintió el calor de este. Se sentó y no entendiendo nada le comento a su esposo que era Jueves 27 y el había salido en jueves 20.
Heriberto pensando en que su.mujer estaba desvariando, tomó el calendario, encendió la radio y comprobó que efectivamente se había perdido una semana.
Ambos buscaron alguna explicación. Él solo recordaba que fue a comprar y volvió.
Todo en él estaba tal cual había salido, sus ropas húmeda por la lluvia, su paraguas y su cajetilla de cigarrillos aún cerrada.
Nunca supieron que pasó y lo contaban a sus amigos como una trágica y enigmática experiencia.


Puede ser la noche más larga


La pandemia puede ser la pesadilla
que se repite una y otra vez.
Tienes miedo, sientes que te puede tocar a ti?
Nunca la muerte estuvo tan cerca,
aparece en otros, te asombra,
té hiere,
te obliga a creerle,
que el próximo serás tú.
Sería bueno despertar
recordar que todo pasó
Tal vez debieras cuidarte más
cuidar más a quienes quieres.
No dejes que esto sea una pesadilla.
Cuídate,
cuídanos,
cuidémonos.
A la noche
ineludiblemente
le sigue el renovado día.


Llueve desigualdad


Esta noche se mojó mi casa
Bajo la lluvia inmensa
Mucho barro
El agua se metió en mis zapatos
Se entró a la casa inundando
Mi mente y mi cuarto
Llueve en todos los cantos
Las gotas son el quebranto
Que inundan mi olla
Y me dejan el pan rancio
Llueve eternamente
Flota mi ropa
El agua sigue entrando
Se mojó todo.
Llueve desigualdad, ambición, inconciencia
Es lo que duele, moja la herida
Deja flotando la pobreza
Que abunda cuando es invierno
Y llueve tanto.
19
Personas alcanzadas
2
Interacciones
2

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...