jueves, noviembre 08, 2018

convaleciente

Acomodo mi pierna para sentarme, a pesar de llevar tres días de operada ya casi no me duele nada. El cuarto donde estoy es un cuarto improvisado, hay una cama inventada, un televisor viejo, un espejo que se dobla con la brisa, una mesa de madera que aún no termino, sobre ella remedios como torres se empinan al techo, mi mujer a puesto plantas por todas las esquinas, ellas cuchichean de este día caluroso, no puedo darles agua, hay dos ventanas por donde circula el día a veces lento, a veces solitario. Hace poco sonó el teléfono mi mujer del otro lado me cuenta que tiene calor y que está tomando bebida; le digo cuánto la echo de menos, sonríe y me dice que seguirá su trabajo, nos despedimos con besos, con muchos te quiero. Luego el silencio de mi cuarto se interrumpe por el canto de un pájaro que se ha detenido en el Ginkgo Biloba que está en la ventana que da hacia la calle. Pienso en ella, mi dulce Carolina, que cada día está más joven y hermosa, mi mujer es sumamente dinámica nuestra casa está llena de cosas que ella ha ido dejando con sus manos cariñosas, es adorable con todos y habla con nuestro perro que lo proclama su hijo; el Golo la adora y cuando llega del trabajo llega hasta el llanto, ella lo toma, lo apapacha. Nosotros todos nos alborotamos con su llegada, revisamos su bolso para ver que nos trajo y luego todos la seguimos hasta la cocina o a donde valla, bueno yo ahora no puedo me quedo en mi cama de enfermo esperando sus besos.
Cuando se está convaleciente no se duerme de corrido, la noche me sorprende a veces el silencio se puede topar con los ojos que tengo bien abiertos, otras se escuchan gatos sobre el tejado y se siente alguien caminando de madrugada arrastra algo supongo es basura que deja a la salida de su casa. Yo mantengo la luz encendida a ratos tomo mi libro hasta que me duermo, me despierta un sombrero que estaba en la colgado en la pared y que cayó al piso, me pregunto que lo podría haber votado, me siento y examino con sigilo mi cuarto no dice nada, me levanto apoyado en mis bastones con habilidad tomo el sombrero con uno de ellos, lo tomo en mis manos le sacudo el polvo y me lo pruebo, me miro al espejo, sonrió, Mañana haré mi barba está desordenada, me recuesto, acomodo mi pierna que ahora muevo un poco más y duermo.
El calor está amainando, una brisa suave, ligera me habla de que falta menos para que ella llegue, el tiempo pasa lento sin mi Carol. Enciendo la radio Silvio Rodríguez canta Te doy una canción.c

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...