viernes, septiembre 26, 2014

Suerte

          

En la población Maipo, ninguna de sus calles era pavimentada, de esta forma, el polvo se colaba a las casas por puertas y ventanas, que en pleno verano estaban abiertas de par en par. Nosotros, jugábamos en estas empolvadas calles a numerosos juegos casi todos de esfuerzo físico como el pillarse,la bola de trapo, caballito por once, a las escondidas, pero el preferido era jugar a las bolitas, y de eso nos ocupábamos la mayor parte del día, las habían de cerámica, acero y de cristal, estas últimas, eran las más preciadas sobre todo las llamadas ojos de gatos.

Un día estábamos todos los del pasaje jugando: el machuca, los Marín, el juanucho,  el lolo, el marcio un pelusón del pasaje tres, el nano, el lucho cueca y otros que se borran en mi memoria; todos hicieron una rueda al escuchar el reto del paloma, que tenía la misma cantidad de bolitas que las nuestras, dos tarros de leche nido llenos de bolitas de cerámica y una cuantas bolitas de cristal, las que habíamos ganado durante la tarde, y nos tenía más que contentos; ahora todas eran apostadas en este juego que consistía en la cantidad de bolitas que caían en un pequeño agujero,  echo en la tierra, apostando a par o impar. Nosotros, mi padre y yo apostamos a par, cuando mi padre con ambas manos juntas y llenas de bolitas se disponía tirarlas, todos guardaron un silencio, que sólo se veía interrumpido por los ladridos de los perros, y por la radio encendida en la casa de la Brenda que escuchaba a un Budy Richard. El lucho cueca se sobaba las manos nervioso, cuando las bolitas cayeron al suelo levantando un polvo café que borro mi vista, me hizo levantarme, meterme las manos a los bolsillos y con la cabeza gacha nos fuimos a casa derrotados

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...