lunes, agosto 03, 2020

Dulce como el Agua


Ahora que llueve
Dejo caer una caricia sobre tu rostro
Como si fuera una gota de agua que resbala hasta caer sobre tu pecho.
La lluvia se hace eterna
Cuando tu boca demora en llegar a la mía
Se puede palpar el ruido del agua cayendo sobre casa
Ahora que llueve te desnudas y me dejas tocarte
Cómo si pudiera penetrarte con mis manos que danzan sobre tu cuerpo
Eres dulce como el agua que cae
Grata como la noche húmeda
Es eterna la lluvia como tu cuerpo
Que nace y muere largamente en el mío
Ahora que llueve el calor tuyo y mío
Empaña el vidrio donde escribo
Amor mío.

Anécdota El Viaje


Ya la noche había llegado, de igual forma el calor era sofocante, al parecer más tarde vendría lluvia. Estábamos a punto de iniciar un nuevo viaje desde la ciudad de Santa Bárbara do Oeste hacia el Paraná. Éramos siete los emprendedores, entre chilenos y brasileños. Llevaba una caja no muy pesada cuando pise mal y me doble el tobillo, el dolor me hizo soltar la caja y tuve que sentarme en el piso, fui atendido por mis compañeros y se me dejó sentado mientras ellos terminaban de cargar los vehículos. Se armó una cama en una kombi y en ella me acomodé. El viaje era largo se suponía que estaríamos al amanecer en la fiesta de iglesia de la cual seríamos parte. Salimos alrededor de las 22 horas y el viaje fue tranquilo hasta las cuatro de la mañana cuando la kombi en que yo viajaba pincho un neumático, lo cambiaron con la algarabía de siempre. El viaje continuó solo nos detuvimos en un lugar para tomar un café y comer algo, no pude bajar del vehículo estaba demasiado adolorido.
A eso de las cinco de la mañana salimos de la carretera y nos adentramos en una carretera que nos acercaba a la ciudad que era nuestro destino, a lo poco andar nuevamente se pinchó otra rueda, a lo que Vladimir, el conductor bajó con una actitud un poco airada, nunca se me había pinchado dos veces un neumático en un mismo viaje de todos los años que llevo viajando, entre risas y un poco de verdad se me acusó de mala suerte y se me sacó de esa kombi y se me cambió a otro donde iba sentado al lado del pasajero, lo lamentable es que mi pie estaba muy hinchado. Llegamos a la ciudad alrededor de las ocho de la mañana y solo teníamos lugar para un solo puesto y nosotros necesitábamos tres lugares, en una decisión de solidaridad se decidió continuar a otra fiesta que estaba a pocos kilómetros. Logré ir a un centro médico y se me colocó una inyección y se me dio medicamente para la inflamación.. Dos horas después cuando cruzábamos un puente la kombi donde viajaba comenzó a humear, la revisaron entre varios y era lo peor había que reparar el motor, en ese momento quedó decretado que el mala suerte era yo. Tiramos la kombi hasta un pueblo cercano donde se nos dijo que la reparación tomaría todo el día, por lo que decidimos quedarnos allí y continuar al otro día, gracias a dios mi pies presentaba una buena mejoría y ya lo podía apoyar, a la hora de almuerzo el tem se centró en mi persona y entre risas se me acusaba de ser el culpable de la mala suerte que arrastraba el viaje, aunque todo era acompañado de bromas que causaban mucha risa, yo para ser sincero me sentía con cierta incomodidad.
Llegamos a la otra fiesta y cuando el organizador nos informaba que ya no habían lugares las miradas acusadoras se centraron en mi persona. Mandemos al chileno de vuelta en un bus propuso el más bajo de los chilenos. Todos en el fondo sabían que era una broma, el viaje continuó ahora era solo buscando un lugar para trabajar, terminamos en un pueblo pequeño donde se nos permitió armar nuestros puestos en una plaza pequeña donde las ventas eran más bien lentas, estuvimos cinco días allí. Cuando iniciamos el viaje de vuelta ya caminaba perfectamente bien a pesar de que hubo una que otra discusión de quien me traía de vuelta. Llegamos a casa sanos y salvos

Mesa de Billar


Era el año 1988 y viajábamos a una fiesta al interior de Minas Gerais en Brasil, el viaje fue largo era un pueblo pequeño, no habían edificios sino que solo casas. La feria de artesanía se desplazaba en una larga calle de tierra, nos instalamos en nuestro puesto después de haber conversado con un organizador municipal. Estaríamos allí diez días. Los tres primeros días fueron buenas las ventas. El cuarto día fuimos a almorzar a un pequeño restaurante que tenía unas pequeñas mesas de billar que funcionaban con fichas. Después del almuerzo nos acercamos a la mesa de billar y jugamos día fichas, éramos cuatro jugando dos chilenos y dos brasileños. Terminadas las fichas fuimos por más pero al volver tres jóvenes ocupaban la mesa de billar. Les dijimos que nosotros estábamos jugando, pero hicieron caso omiso de nuestro reclamo y continuaron ordenando las bolas y preparando sus tacos, fue entonces que como era el más grande, me envalentone y me senté arriba de la mesa y en un muy mal portugués dije que nadie jugaba. Los tres brasileños se miraron sorprendidos y en silencio dejaron sus tacos, el más pequeño se acercó a mí y lanzó una amenaza " a gente se va a encontrar" y se marcharon. Al otro día por la noche fui a comprar cigarros a ese mismo lugar, las luces de los postes eran más bien opacas. Cuando salía con los cigarros en la mano, unos hombres me toman fuertemente y me empujan a una pared, allí estaba muy oscuro, me sentí confundido y muy asustado cuando un arma apuntaba mi pecho. Eran policías, uno de ellos se acercó hizo a un lado al que me apuntaba y me dijo- te acuerdas de mí ? Yo lo observé nervioso. El se sacó la gorra y dijo - te dijo que nos veríamos y lanzo un garabato que había aprendido hace muy poco tiempo, pero que conocía claramente su significado. Fue entonces cuando apareció uno de mis compañeros y pidió explicaciones, por un momento hubo una larga discusión, escuché algo de que yo era chileno y que tenía inmunidad diplomática, mentiras de mi amigo abusando de lo.pueblerino que era esa policía.
Finalmente fui liberado sin antes escuchar que mañana por la mañana no teníamos que estar en el pueblo porque si nos atrapaban en la tarde nos matarían a todos no importando si éramos chilenos o no.
Por la mañana hicimos nuestras cosas cargamos los vehículos y nos marchamos  entre temor y risas acordamos no volver más a ese pueblo.

Anécdota


Fue en 1992 más o menos, estaba trabajando en una feria en la Gran Avenida, había abierto mi cuenta RUT hace unas semanas cuando me llegó a mi celular un mensaje de un depósito. Acudí a un cajero y no pude saber que pasaba, algo estaba malo en mi cuenta, más tarde fui al banco y cambie la clave para solucionar el problema. Volví al cajero y nuevamente no pude entrar a mi cuenta. Enojado volví a mi lugar de trabajo y no fui más al cajero, además era una cuenta que no usaba por el año 2016 ante una emergencia se me solicito mi cuenta RUT, fui al banco y la active con una nueva clave. En las afueras del banco me esperaba mi mujer, le dije que estaba todo listo que fuera a ver si habían depositado y recalque pero no toques el millón de pesos y sonreí. A los minutos volvió mi mujer y me dijo con asombro en tu cuenta hay más de un millón de pesos. Asombrados y creyendo un error entramos al banco y si efectivamente hace años ( cuando estábamos en Gran Avenida) habían echo un depósito y no pudimos saber de quién por el tiempo pasado.
Era un momento en que más necesitábamos ese dinero así que agradecido de esa grata sorpresa que me dio en un momento la vida.

El Chinchinero

Unta rápidamente la mantequilla en el pan tostado, le da una mordida Y se va hacia la calle comiendo con la boca media abierta,

Llega a la reja y vuelve a darle otra mordida al pan mientras mira con curiosidad al hombre que gira al compás de el bombo que tiene sobre sus hombros. Los platillos cantan a un compás monótono mientras El Chinchinero gira como una perinola.
Cuando el artista termina su actuación se saca su sombrero y comienza a pasar por las casas solicitando una moneda.
Martín sabe que no tiene monedas, así que su último pedazo de pan tostado lo deja en el sombrero explicando que el otro pedazo se lo comió porque tenía hambre y no sabía que el pasaría.

Digamos que estamos cerca
Que podemos vernos
Que por lo conversado tenemos una cita
Que nos juntamos y tomamos café juntos
Que la conversación es amena
Que volvemos juntos
Que nos besamos
Que comenzamos a salir
Que nos enamoramos
Que un día decidimos casarnos
Que tenemos hijos
Que vivimos juntos muchos años
Que un día viajas lejos
Que te echo de menos
Que escribo esto.para recordarte
Y que se que lo nuestro
Nunca fue algo pasajero
Que fue como.lp.pienso ahora
Para toda la vida.

Lluvia


Hoy es cuando más conjugan las sopaipillas, el pan amasado, los churros o los calzones rotos.
Son ideales para la once refrescan la memoria siempre vienen acompañados de gratis recuerdos.
Son alegres y placenteros.
Son familiares, conversados y dicharacheros
Yo soy de las sopaipillas pasadas.
Recuerdo llegar de la escuela y mi madre sobre la mesa me tenía sopaipillas pasadas, yo dejaba me sacaba mis ropas mojadas por la lluvia, acercaba mis manos a la vieja estufa a parafina y me sentaba a engullir las sopaipillas con una taza de leche bien caliente.
Es un día para quedarse un rato más en cama.
Un día de regaloneo absoluto, si de verdad te preparaste para este día frío y lluvioso de almuerzo tendrás porotos.
Es un día para derrochar añoranzas y alegría.
Esta es una verdadera razón para quedarse en casa, hoy puede ser un privilegio estar en cuarentena.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...