jueves, abril 04, 2019

Pichilemu
Soñé que caminaba sin bastones, lo hacía lentamente y cuando miraba hacia atrás veía mis bastones, tenía la sensación de que debía volver por ellos, pero me largaba a llorar porque estaba caminando sin mis adorados bastones.
Y de esas largas caminatas recuerdo la que hicimos con mi mujer en la Playa de Pichelemu, la iniciamos en un día nublado, el agua estaba fría y un viento matutino agitaba las olas que se acercaban a nuestros pies desnudos, cuando mirábamos hacía tras veíamos lo lejos que se veía un lugar de la playa donde arrendaban caballos, recogíamos pequeñas piedrecillas, caminábamos en silencio, mirando nuestros pies que eran sorprendidos por el oleaje y que huían en medio de nuestras risas, íbamos de la mano y a ratos un beso ligero humedecía nuestros labios, las nubes se alejaban y el sol tímidamente se asomaba, aumentaba el oleaje y el viento, llegamos has un lugar donde nos sentamos unos minutos y nos sentamos a contemplar las gaviotas que revoloteaban por encima del mar, la vuelta pareció más breve, hablamos de que haríamos para el almuerzo cuando llegamos a la primera salida hacia una de las calles tomamos rumbo al supermercado que estaba al lado de una feria artesanal; camino a casa las calles solitarias nos dejaba un grato deleite de tranquilidad.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...