Esa mañana de Marzo del 2001 salí temprano a mi trabajo; llegué a las nueve de la mañana al Mall de la comuna de Maipú, quien habría sus puertas a las once a.m. preparé la mesa con las frutas y cuando estaba casi todo listo el Mall abría sus puertas a los clientes. Este centro comercial estaba ubicado a pasos de la carretera, desde su estacionamiento se podía divisar en toda su majestad la Cordillera de los Andes; por la mañana, entró poquísima gente, con las escasas ventas que tuve, alcancé a comprar algo para comer, por la tarde fue peor no entró nadie, puede ser difícil de creer, pero así sucedió, los comentarios de los otros locatarios fueron que porque era nuevo y tenía poca publicidad, que la gente se había ido a la playa por ser feriado largo, que no era fecha de pago, en fin! las escusas fueron muchas y la plata sencillamente no se vio. Se cerró a las nueve de la noche y me dirigí a mi vehículo, una vez sentado en el tomé cuidadosamente las únicas monedas que me había ganado y las guardé en mi bolsillo. Puse las llaves en el contacto y aceleré un poco, ante mi sorpresa no partió, lo intenté varias veces, por miedo ha ahogarlo dejé de hacerlo partir y abrí el capo, pasaron unos amigos para ver que podían hacer,lo empujamos, pero finalmente el auto de mierda, estaba muerto; cerré bien las puertas y lo dejé allí en el gran estacionamiento del Mall sin antes notificar a los guardias, crucé hacia la carretera, eran como las diez treinta de la noche, una noche clara, llena de estrellas y calurosa, me metí la mano al bolsillo y saque las únicas tres monedas que me quedaban para la micro, mientras jugaba con ella en la mano, maldecía el día que me había tocado y con rabia elevé mi rostro al cielo estrellado y dije: que mas Dios mio, que mas me puede pasar" y en ese momento las monedas que estaban en mi mano rodaron por el asfalto y se fueron directo por el desagüe, en un acto de verdadero desespero quise abrir la tapa de este, pero era inútil y estúpido, me quedé sentado en el piso en silencio, casi a punto de llorar, la impotencia y la rabia confundían mis pensamientos, mi única salida era hacer dedo y quedar a la caridad de algún vehículo que pasara y que ya eran escasos por la hora. que haría sólo ahora en esa inmensa noche, sentí que me podían asaltar, que estaba en verdad a la deriva de que me pasara cualquier cosa, claro que no volví a mirar al cielo y menos exclamar alguna cosa. Habrá pasado una hora y ya perdía toda esperanza cuando una micro se detuvo y el chófer dijo: "vay pa la casa weon" era el paloma el vecino que era chófer de la locomoción colectiva, me subí con la cara llena de risa y le conté mi desventura, se reía. Cuando abrí la puerta de casa no pude evitarlo, mire al cielo y pensé, gracias,
por lo menos estoy en casa sano y salvo.
por lo menos estoy en casa sano y salvo.