viernes, octubre 18, 2013

Suicidio

El hermano de Roberto tenía veinte años, una hija de dos años y una señora muy joven, muy introvertido y todos sus amigos estaban en facebook, él los valoraba mucho, pasaba largas horas en casa de su madre solo, ya que estaba sin trabajo, una mañana ató una cuerda a una viga en la cocina, encendió la cámara de su celular para grabarse mientras simulaba que se ahorcaba, sólo que la silla que lo soportaba se deslizo de la punta de sus pies y este murió ahorcado. Roberto encontró las imágenes en el celular y con lágrimas en los ojos apretó borrar
Jonathan


Jonathan de quince años salió de su casa, a las once de la noche, de la población Esperanza, era su primera salida a una fiesta, su cabello engominado, sus  pantalones afirmados mas abajo de su cintura y sus zapatillas nuevas daban cuenta de todo lo que  se había preparado para este evento. Hablaba por celular cuando al doblar la esquina, alguien le dio una estocada mortal, le quitaron el celular, dos mil pesos y sus zapatillas.  Tendido en el suelo y agónico sintió un gran alivio que nacía de sus pies, las zapatillas nuevas ya no le apretaban.

La Barra




El ómnibus, se detenía en el paradero cinco; Cristina, alta y bonita, volvía de su trabajo y ocupaba el tercer asiento. Ellos, subieron estrepitosamente, enarbolando banderas, con cantos ensordecedores, saltos y gritos  ¡que se paren los weones!

 Los pasajeros  asustados  escondieron celulares y objetos valiosos; los menos simularon dormir.

Cristina  se sintió aterrorizada cuando un barrero se sentó a su lado, la abrazó y vocifero: ¡es mi pierna! y muerto de la risa se levantó -

Cristina, miró por la ventana y aún temblorosa pensó menos mal que ganaron -

 

La Venganza

La Venganza

Después de muchos años, soportando en silencio y pensando  que ya no tenía mas que perder,  y cansado de tantas demandas de mi vecino. Salí de casa justo a la hora en que tenía la certeza de que me encontraría con ese que había convertido mi vida en un desastre y justo en la esquina lo enfrenté, lo miré a los ojos y le dije –¡Conchatumadre!.-¡viejo conchatumadre!- y continué mi caminata con una sonrisa de oreja a oreja

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...