Salió
de su cuarto arrastrando sus pies y tanteando el camino; de su boca sólo se
escuchaban lamentos. A pesar de que sólo tenía los malestares de una vieja mañosa, avanzó hasta la cocina donde estaba su hermana y desde la puerta suplicó algo.
Luego volvió a su cuarto, se tendió en la cama y se fijo que la ventana estuviera abierta por si entraba la muerte y se la llevaba.