lunes, mayo 27, 2019

Defenitivamente no es posible que me acostumbre al frío,  a estas alturas de la vida dejó de ser un agrado.
 El frio que disfrutaba antes bajo la sonrisa de una bufanda que cubría ligeramente mi cuello y boca ya es cosa del.pasado; y  esa sonrisa que brotaba espontánea, cuando el viento helado me atiesaba la boca  y que por ello la cubría con una bufanda larga de lana que había tejido  una peruana en alguna feria artesanal que solía.visitar algunos domingos de playa, esa sonrisa juguetona ya no esta
. Hoy tengo prohibido mover hasta ligeramente la bufanda que permanece rígida, casi estrujandome y provocando un rictus en mi rostro que siento que en algún momento me hará estallar o en un llanto desenfrenado maldiciendo el frío o en una carcajada que me hará decir que todavía ni siquiera llega el invierno y yo me estoy comportando como un viejo de mierda cagao de frio en una noche  como cualquier otra noche de finales de otoño, ya vencido por un invierno que se apresura a pasos agigantados.

lunes, mayo 20, 2019

Los resfriados quedan a la deriva en un invierno frío como el que se avecina.
Hay que prepararse con guateros calientes, con bufandas de lana chilota,
con pantuflas grandes y peludas,
con gorros, guantes y paraguas.
Encender las estufas
sobre ella un tarro de agua con eucalipto,
Con metolatum y propóleo.
Miel, mate y limonadas.
Por sobre todo hacer el amor por la noche y la mañana.
Dormir abrazadito y sin pijama.
En trocitos de hojas
de un otoño frágil y confundido
Que tuvo bocanadas
De invierno
La vida nos fue dejando a solas
En un paraíso frío y olvidado
El frío  ha dejado una población fantasmagórica. Ningún alma en las calles, ni siquiera hay árboles que añoren la presencia de personas, solo un frío cemento que se mete hasta los dormitorios de los más pobres que encienden viejos braseros.

martes, mayo 14, 2019



Entrevista de Trabajo

Está era la cuarta entrevista en mi vida laboriosa, los otros años trabajé de forma independiente. Mientras llegaba a la dirección que se me indicó por teléfono un sentimiento de desencanto tomaba fuerza en mi condición de discapacitado y de un hombre de 61 años que le podría impedir desarrollar cualquier trabajo, pero ya estaba allí frente a ese gran edificio que se encumbraba hacia el cielo, en la entrada la recepcionista me invitó a atravesar un largo pasillo que me llevó a una sala estrecha de espera, a mi izquierda había una telefonista que mantenía una larga conversación, hablaba y sonreía, se tocaba su cabello de un castaño teñido, casi rubio, enredando en su de dedo derecho su pelo que luego colocaba casi como un bigote debajo de su nariz y nuevamente sonreía mirando hacia el techo donde un enorme aparato de aire acondicionado soltaba a pesar de su tamaño una frágil brisa de aire tibio. Casi al frente de mi asiento un gran vidrio transparente dejaba ver a una mujer sentada, contando dinero sobre su cabeza un letrero que decía caja, la contabilidad que ella hacía era incesante y sobre su espalda se acumulaban cajas de dinero amontonadas que debes en cuando un funcionario joven retiraba, tomaba una caja la colocaba sobre un carro y se iba con él a algún lugar que yo no divisaba desde mi posición. Al lado una oficina de recepción empleo se veía una recepcionista y atrás de ella innumerables escritorios que eran atendidos por una persona, en su mayoría todos jóvenes con apariencias sumamente ordenadas, todos tenían a una `persona enfrente al único que alcanzaba a ver era a una mujer que sentada movía sus pies ante la incomodidad que le provocaban sus zapatos de taco alto, se veía nerviosa y no paraba de responder preguntas a su entrevistadoras, a veces respondía con cara de sorpresa, en otras de frustración, pero en general respondía de forma automatizada.
Un hombre gordo se paseaba con un gran trozo de pastel en sus manos, entraba y salía con el de una oficina que estaba a mi derecha; sus ojos estaban clavados en el trozo de pastel y se veía que su boca se hacía agua, no alcanzaba a entender porque no lo devoraba de una vez y supuse que quizás era un incitador de la cafetería que estaba a la entrada del edificio para que fuéramos por nuestro trozo, sin embargo las tres personas que estábamos allí desviábamos la vista cada vez que pasaba por el frente de nuestras narices.
Llevaba una media hora de espera cuando escuché mi nombre y seguí a un señor de unos cuarenta años a una oficina que se encontraba en el piso catorce, cuando se abrió la puerta del ascensor pude ver unas tres puertas que parecían toparse unas con otras, entramos a la del medio, tuve que agachar mi cabeza, porque el techo era demasiado bajo, lo mismo hizo el entrevistador que me invito a sentarme, la oficina de él era: una silla, una mesita pequeña donde se apretujaba un computador, una silla que ocupaba él y nada más lo demás eran paredes que daba la sensación de que pronto nos estrujarían en una abrazo mortífero.
La entrevista comenzó con la obligación de completar un largo cuestionario que constaba de siete hojas, luego de eso me hizo hace unos dibujos entre ellos un árbol y un hombre bajo la lluvia, no me esmeré mucho en detalles y fui absolutamente pragmático. Luego me hizo una serie de preguntas personales que tenían que ver con mis capacidades y mis limitaciones. La entrevista duró casi una hora, luego bajé por el ascensor y volví a caminar por el largo pasillo hacia la salida sin dejar de sorprenderme que ahora una larga fila amenazaba mi salida libre de la entrada que finalmente me llevó a encontrarme con un día absolutamente soleado muy diferente del día lluvioso que dibuje en la entrevista.

lunes, mayo 13, 2019

Mis pies fríos se alientan con unas tostadas con mantequilla y un café bien caliente que me espera sobre la pequeña mesita que está cerca de mi cama que aún guarda tu aroma de mujer de cabello desordenado de color negro y que se marchó bien de madrugada dejándome solo frente a este café ardiente y solitario, café amargo que finalmente logra cumplir su propósito de entibiar mis pies.

jueves, mayo 09, 2019

La última estancia

Aquí no hay noche o día, más bien solo noche,  solo se escuchan susurros, largos y dolorosos susurros, avanzamos  una y otra vez avanzamos. Somos miles de hombres.
No sé cuánto tiempo llevo aquí.  Solo se avanza hacia una pequeña luz y ya estoy  cerca de ella muy cerca,  puedo sentir que mi corazón se agita, tengo miedo, mucho miedo, tiemblo en mis últimos pasos. Veo que me espera un pequeño escritorio, sobre una esquina una lámpara y un hombre que escribe, atrás de el una vieja pared de ladrillo y casi encima de la cabeza del hombre un cartel con letras grandes que dice "Creador de Oficios".

lunes, mayo 06, 2019

Balmaceda 1215

Tomó el bus chapulín y se bajó en la Plaza de Puente Alto desde allí enfiló hasta la calle Balmaceda, buscaba la casa de su abuelo la que visitaba por primera vez. Balmaceda 1215 y estaba en el 480 suspiro y se dio el ánimo para caminar el resto de las cuadras que le faltaban,  era una mañana agradable de otoño y una brisa fresca bajaba de la cordillera ligeramente tibia. Gonzalo se arregló el sombrero que cubría su cabeza, agarró con firmeza su pequeño maletín y comenzó dando trancos largos para alcanzar la numeración deseada.
Su padre lo había enviado a la casa de su abuelo ya que este hace varias semanas que no aparecía por casa, cosa que hacía por costumbre; el viejito a pesar de sus noventa y cinco años llegaba caminando a la casa de su hijo y eso le tomaba casi una hora. ¿Por qué no me dejas que te vaya a buscar papá? Le preguntaba el hijo, pero su padre sentía que era la mejor entretención que le daba la vida a esos años; caminar era un grato placer.
Siempre antes de salir de casa Don Sebastián se tomaba un gran vaso de vino con harina tostada, una chupilca que le daba la fortaleza necesaria para llegar a la casa de su hijo.
Gonzalo sentía además de cariño `por su abuelo, cierto grado de admiración por la vida que había llevado su abuelo, ser arriero y llevar animales hacia la argentina era una aventura llena de travesías que el abuelo narraba con lujo de detalles a su nieto Gonzalo.
La más notable es cuando en la cordillera una tormenta de nieve lo atrapó en plena cordillera y para protegerse de las heladas en su carpa metió dos ovejas que dormían con él y le ayudaban a sentir el calor necesario para protegerse del frio, para que las ovejas se quedaran quietas se le ocurrió la idea de darles pastillas para dormir, de esta manera las ovejas dopadas dormía largamente durante la noche. Lo que sucedió después es que las ovejas lo buscaban por la noche para dormir.
A la altura del mil su corazón sintió cierto nerviosismo, ahora toda su atención se volvió a la enumeración y disminuyó el tranco.
1215, una vieja casa se mostró ante sus ojos, un estrecho jardín la adorna el frente de está, se veía descuidado, una ventana permanecía media abierta y la roída puerta de madera parecía fuertemente cerrada. Abrió la puerta de la reja y dio dos cuidadosos pasos hasta llegar a la puerta donde golpeo fuertemente con sus nudillos.
Pasado unos minutos el anciano abría la puerta y saludaba cariñosamente a su nieto, más tarde compartían un mate y unas tostadas. Don Sebastián estaba bien y solo no había ido porque ya sentía que sus piernas no le acompañaban en su caminata a la casa de su hijo. Y ambos quedaron en acuerdo que él junto a su padre vendrían por él.
En casa de Gonzalo sus padres después de escucharlo tomaron la decisión de ir a casa de su padre y traerlo a vivir con ellos, aunque sentían que sería difícil convencerlo.
El sábado por la mañana dos días después de la visita de Gonzalo a la casa de su abuelo la familia se preparó para ir a buscar al adorado abuelo y padre.
Cuando llegaron a la casa del abuelo y a pesar de la insistencia para que abriera la puerta nadie salió, un vecino sintió los ruidos y les explicaba a los parientes que Don Sebastián  había sido llevado de urgencia al hospital donde había muerto hace dos semanas ante el asombro de Gonzalo que se quedó paralizado.

jueves, mayo 02, 2019

Hay momentos en que el silencio me descompone, me hace hablar solo y la boca se me llena de burbujas, que revientan en mis pies adoloridos, cansados de tanta palabrería abrupta intentando romper este silencio absolutista que dejaste cuando te marchaste y me dejaste hablando solo, tristemente solo.

miércoles, mayo 01, 2019

Nosotros nos acostumbramos y a decir verdad ya nos parece algo natural.
La Señorita Rosa se detuvo con su automóvil a pocas cuadras de su casa, era casi medianoche y pensó en abandonar su vehículo  que ahora definitivamente y después de varios esfuerzos no andaba. Sin embargo, como están las cosas hoy en día sentía que mañana no encontraría su auto del año 2018. Sumida en su temor, tristeza y desespero vió como justo en frente suyo se abría un portón, se iluminaba y alguien colocaba un letrero que decia;: abierto toda la noche, mecánica general. Le volvió el alma al cuerpo, jamás pensó que un taller mecánico trabajara de noche, pero los tiempos han cambiado se dijo.
Entró al taller y saludo a un hombre que estaba trabajando en un motor. Cuando esté giro y quedó frente a frente a la Señorita Rosa, ella quedó absolutamente sorprendida al ver a un hombre divinamente hermoso;  tartamudeando le habló al hombre de su problema y este fue al automóvil y después de unos minutos el auto de Rosa funcionaba a la perfección. En todo momento la Señorita Rosa no le quitó los ojos de encima al mecánico que en cierto momento mostró cierto pudor ante la mirada insistente de la mujer. Le pagó y le tendió la mano para sentir que esa mano grande abrazaba la suya.
Pasado unos días Rosa se dió cuenta que ese hombre que le hizo temblar de emoción solo trabajaba de noche y es así como planificó otra Pana de su vehículo. Puntualmente el hombre abrió a la media noche y vio a la mujer que lo esperaba
Está vez hablaron y se tomaron un café juntos que con amabilidad había servido  Pedro el mecánico, que también se sintió atraído por Rosa.
Quedaron de reunirse otra noche, de día el se negó a salir bajo la escusa de que él era un amante de la noche.
La Señorita Rosa y Pedro terminaron siendo amantes y lRosa después que descubrió una mordida extraña en su cuello terminó cambiando el ritmo de su vida.
Nosotros con el tiempo nos enteramos de la verdad  y ya estábamos acostumbrados a que por la madrugada llegaron dos murciélagos a la casa de la Señorita Rosa

Dedicado a mi amigo Patricio Gonzalez

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...