lunes, mayo 27, 2019

Defenitivamente no es posible que me acostumbre al frío,  a estas alturas de la vida dejó de ser un agrado.
 El frio que disfrutaba antes bajo la sonrisa de una bufanda que cubría ligeramente mi cuello y boca ya es cosa del.pasado; y  esa sonrisa que brotaba espontánea, cuando el viento helado me atiesaba la boca  y que por ello la cubría con una bufanda larga de lana que había tejido  una peruana en alguna feria artesanal que solía.visitar algunos domingos de playa, esa sonrisa juguetona ya no esta
. Hoy tengo prohibido mover hasta ligeramente la bufanda que permanece rígida, casi estrujandome y provocando un rictus en mi rostro que siento que en algún momento me hará estallar o en un llanto desenfrenado maldiciendo el frío o en una carcajada que me hará decir que todavía ni siquiera llega el invierno y yo me estoy comportando como un viejo de mierda cagao de frio en una noche  como cualquier otra noche de finales de otoño, ya vencido por un invierno que se apresura a pasos agigantados.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...