domingo, abril 28, 2019

Hoy, hay margaritas en mi taza de té,
En la calle los niños juegan a las  poesías,
Las abejas se embriagan de un.polen amarillento del jardín verde
Tú te alejas en la vieja sombra del árbol y te llevas mis agotadas caricias.
Los domingos huelen a cilantro recién cortado.

jueves, abril 25, 2019

Los  nuevos vecinos aparecieron de un día para otro, se dice que trabajaron toda la noche bajando sus cosas de un gran camión.
La familia se componía de una mujer cuarentona de contextura gruesa, su marido un hombre delgado con cara de niño inocente y tres hijos el mayor de quince años
De el marido se supo que trabajaba para fuera en alguna ciudad lejana de Chile, volvía  cada diez días con exactitud. Ella era animosa, hacia amigos con facilidad y a la semana todos los vecinos la saludaban.
Los niños eran unos demonios gritaban todo el día, aunque el mayor se veía tranquilo y siempre estaba con audífonos. Vivían bien y nada les faltaba.
Fue la noche del 23 de marzo en que algunos vecinos se asombraron cuando a eso de las diez de la noche el niño de quince hacia su entrada al pasaje con un Audi último modelo. La vecina con toda la simpatía del mundo explicaba como su marido ahora desempleado se había comprado ese auto con la plata del desahucio, aunque el Audi estuvo pocos días en el.pasaje, lo cambio por una camioneta cero kilómetro.
Antes de ayer supimos de un portonazo en el cual uno de los ladrones moría trágicamente, a las horas supimos que era el hijo de la vecina y la verdad quedó al desnudo, el padre también era ladrón; vimos ir y venir a la policía varias veces. Ayer por la mañana la vecina se marchó , se despidió de todos los vecinos con la amabilidad de siempre. Nosotros solo sentíamos desconfianza y cuando vimos el.letrero de arriendo en la casa estábamos con un ojo pegado a la ventana alerta de que no fueran a llegar vecinos ladrones.

domingo, abril 21, 2019

Hoy mi primer cliente fue un vecino de unos cincuenta años, siempre me lo topo en la calle cuando anda paseando a su perro, conversa poco, quizás porque tiene cierto problema para hablar, es tranquilo y vive solo con su perro; trabaja haciendo aseo en una gran empresa y hace poco se compró un automóvil nuevo, automático. Me contaba de las grandes comodidades y garantías de su auto nuevo, su voz sonaba con orgullo y me dijo que se demoró diez años para tener ese sueño.
Finalmente me dijo ahora voy a tomar un cafecito con churros calientitos.

jueves, abril 18, 2019

Ya sé que estás resfriada, lo puedo ver en tus ojos que están llorosos, lo noto en tu cuerpo que está frío.
Qué no debo preocuparme? Claro que lo hago si usted es mi fortaleza.
Le preparo una limonada caliente y a la cama, necesitas descansar.
Verás que mañana estarás mejor; los resfriados son pasajeros.
Estaba pensando en que mañana te quedarás en cama y que te cuidará.
Si lo sé, es tan solo un resfriado y es pasajero.
Pero, déjame acurrucarte y mimarte mira que no están los tiempos para resfriarse sin recibir un  té...quiero.

miércoles, abril 17, 2019

Las mañanas están más frías, me coloco un chaleco y salgo a comprar; camino por el pasaje y desde las casas sale un aroma a café y pan tostado, una brisa casi imperceptible se lleva el aroma en dirección a la cordillera que se ve brumosa.
En la panadería me coloco una bolsa plástica que uso de guante para tomar las marraquetas que humean de lo caliente que estan. Una vez en la calle me dejó llevar por la tentación y parto una marraqueta que me quema los dedos, cruje en mi boca. Antes de llegar a casa veo a varias palomas tomando baño en una poza de agua, salen de allí y sacuden sus plumas cuando el sol se asoma tímidamente.
Es una mañana silenciosa, pocos vehículos y en los paraderos se ven algunas personas tal vez atrasadas a sus trabajos.
En casa tomando desayuno los matinales se dan un festín con el incendio de Notre Dame.
Apago la tele y pongo atención al canto de las aves y deduzco por el sol que más tarde hará calor y me como mi último pedacito de marraqueta calientita con mantequilla.

martes, abril 16, 2019

martes, abril 09, 2019

Me ha tomado horas enderezar el dobles que ha dejado la lluvia en la esquina de mi cuarto y aunque parece que no tiene sentido hacerlo, es correcto desde el punto de vista estético.
Mis noches no serán más tranquilas por ello y el proyecto de mudarme de cuarto está más en pie que nunca.
Sin embargo, hay cosas que me dan una alegría inmensa en este lugar, por ejemplo el libro abierto sobre mi cama que estoy a punto de seguir leyendo en la página cincuenta y tres y que tiene un dobles de hoja muy parecido al que tenía mi cuarto, pero este lo utilizó como marcador de página.
Hay otra cosa que casi me obliga a quedarme en este cuarto y son las innumerables cartas que te escribí y que nunca te envié, siguen apiladas como estatuas de yeso sobre el escritorio que se ubica a mi derecha.
La decisión ya está absolutamente tomada, nada me puede obligar a soportar otro invierno pasado de frío, por un dobles insistente donde se cuela el agua que hace de este cuarto un bote a la deriva.
Quisiera quedarme toda la mañana sentado en medio de mi jardín mirando la punta de mis pies como un estupido adormilado, pero una abeja atravesó mi mirada y se detuvo en la flor del zapallo, allí se dió un revolcón y salió extasiada, por unos segundos se quedó viéndome con sus ojos grandes; luego se fue goteando un poco de su carga en mi pecho que se tiñó de un amarillo con aroma a miel.
El sol arrecia a pesar de lo temprano que es. Será un día de mucho calor anunciaron los del tiempo. Me levanto y comienzo a regar mis plantas y mis frutos, los limones aún verdes se llenan de gotitas de agua y el zapallo se estremece con el chorro que cae sobre él, las acelgas se balancean musicalmente y los tomates enrojecen más con el aliento de agua que les rocía.
La humedad de la tierra sube hasta mi nariz y el agua corre por la zanja cristalina hacia el fondo del patio donde se desparrama sobre las papas.
Miro mi reloj y me vuelvo a sentar, aún se siente el trinar de los gorriones;  tengo tiempo de sobra para ojear un poco más este día, me lo permite el cambio de horario que dice que son las nueve de la mañana.

jueves, abril 04, 2019

Pichilemu
Soñé que caminaba sin bastones, lo hacía lentamente y cuando miraba hacia atrás veía mis bastones, tenía la sensación de que debía volver por ellos, pero me largaba a llorar porque estaba caminando sin mis adorados bastones.
Y de esas largas caminatas recuerdo la que hicimos con mi mujer en la Playa de Pichelemu, la iniciamos en un día nublado, el agua estaba fría y un viento matutino agitaba las olas que se acercaban a nuestros pies desnudos, cuando mirábamos hacía tras veíamos lo lejos que se veía un lugar de la playa donde arrendaban caballos, recogíamos pequeñas piedrecillas, caminábamos en silencio, mirando nuestros pies que eran sorprendidos por el oleaje y que huían en medio de nuestras risas, íbamos de la mano y a ratos un beso ligero humedecía nuestros labios, las nubes se alejaban y el sol tímidamente se asomaba, aumentaba el oleaje y el viento, llegamos has un lugar donde nos sentamos unos minutos y nos sentamos a contemplar las gaviotas que revoloteaban por encima del mar, la vuelta pareció más breve, hablamos de que haríamos para el almuerzo cuando llegamos a la primera salida hacia una de las calles tomamos rumbo al supermercado que estaba al lado de una feria artesanal; camino a casa las calles solitarias nos dejaba un grato deleite de tranquilidad.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...