jueves, marzo 10, 2016

La lluvia
Cayeron del cielo declaro alguien quien satisfecho y con los bolsillos llenas de piedras seguía mirando hacia las alturas por si acaso caían mas. Fueron cientos de personas que se agolparon en la tierra y se daban manotazos recogiendo los últimos puñados de oro que cayeron esa mañana literalmente del cielo, nadie podía explicarse tal suceso, la noticia corrió rápida y las fuerzas armadas cerraron el sitio del suceso para una investigación sería y llevar el orden; loúnico que encontraron fueron restos de una que otra piedrita de oro, lo demás era quedarse contemplando el cielo buscando una explicación racional a los echos; se sostuvo por unos días que un avión cargado del metal precioso lo había dejado caer por accidente, sin embargo se diluyo ante los testimonios de los ciudadanos, a decir verdad, nunca hubo una razón clara de lo sucedido ,los militares se fueron y esto pasó de una simple anécdota a una historia contada por tradiciones en está pequeño pueblo. Eso hasta que pocos días antes de navidad comenzó nuevamente a llover oro, tanto que sus pocos habitantes se volvieron millonarios y se marcharon, otra vez no hubo explicación pero la cantidad de gente que llego al pueblo con la esperanza que lloviera oro otra vez fue simplemente atroz, aumentó la delincuencia, los crímenes, la pobreza y el pueblo creció de forma desmesurada, campamentos sin agua y sin salubridad habían por todas partes el estado intervino y trató de resolver todos los problemas sociales que tenían pero fue insuficiente y las cosas con el correr de los años empeoraron. Cuando todo era un caos como castigo divino comenzó a llover y llover durante meses. Fue entonces que la gente desistió y abandonó el lugar. Casas abandonadas, calles desiertas, ratas, perros hambrientos y otros animales habitaban el pueblo y no había ningún alma que escuchara por las noches las leves lluvias de pepitas de oro que piqueteaban los techos.
Tórtolas
Cuando era un niño mi padre me llevaba a Pirque a cazar tórtolas nos internábamos y nos deteníamos al acecho de los pájaros que salían volando al sentir nuestra presencia. Mi padre con su escopeta de dos tiros apuntaba y disparaba luego yo corría a buscar el ave muerta, aún puedo sentir el olor que despedían las tórtolas muertas y siempre su pecho manchado en sangre lleno de perdigones. muy entrada la tarde nuestra llegada a casa era recibida con curiosidad por parte de mis hermanos; por la noche ya estaba listo el causeo que mi padre adoraba preparar con estas aves, nosotros devorábamos los platos, hoy sentado en mi camioneta detenida a un costado de la feria de verduras una tórtola bajaba de su árbol y recogía la rama exacta para su nido, lo hizo varias veces muy cerca mio ella no sabía ni conocía del miedo a los cazadores.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...