martes, septiembre 01, 2020

Emprendedor

G. Muy joven se hizo emprendedor en sus inicios cosechó marihuana en su casa y vendía la mata. Luego optó por vender la porción, se compró un Mercedes y eso hace de él una buena descripción en la población. Se maneja bien en su negocio, se levanta tarde, sus ventas fuertes son por la noche. Montó un.pequeño negocio en un persa de donde distribuye mejor. Tiene un reloj de marca, una cadena de oro cuelga de su cuello, una pulsera de plata y anillos grandes en sus dedos. Su lenguaje es el de todo delincuente y se le acostumbra ver limpiando su Mercedes en la población. Su madre lo sigue mimando con huevos al desayuno y él se da algunos gustitos con un buen asado con sus amigos.
Apareció con un corte de pelo muy a la moda, muy corto por los lados y más largo sobre la nuca. Además se compró ropa de marca. Tiene dos hijos pero, los olvidó.
Aún está en la memoria de los vecinos cuando lo vinieron a buscar unos amigos a punta de pistolas, la astucia lo salvó de la muerte.
Con la cuarentena se reinventa y entrega a domicilio. Le favorece de cierta manera ser hijo de paco. Se esfuerza porque su pequeño negocio sea el mejor, es muy creativo como buen emprendedor. Dice que en un futuro próximo dejará la población. Es ambicioso y últimamente se le a visto solo, no tiene suerte en el amor.
En fin G. A lo.mejor en un futuro próximo lo veamos en la televisión, en las noticias digo yo.

El Trompo

Mi juego favorito no era la pelota, me entretenía más el trompo. Mi madre me compro uno grande, de pino con un lienzo largo. Salía a la calle muy temprano a practicar enrollaba la cuerda muy apretada, enlazaba la punta en mi dedo y lo lanzaba. Las primeras tiradas el trompo rebotaba levantando polvo del suelo. Hasta que con el paso de los días lo logré y el trompo giraba mientras mis ojos de niño brillaban con cada giro. Aprendí a tomarlo con mi mano derecha y giraba en mi palma hasta que se doblaba por el cansancio.
Alejaba las piedrecillas del suelo haciendo un circulo, distribuía unas monedas y lanzaba el trompo, lo tomaba con mi mano derecha y mientras giraba golpeaba las monedas. La idea era desplazar las monedas lo más lejos posible. Ya no recuerdo exactamente como se jugaba con otros niños.
Había un niño que era más grande que todos mis amigos, a mí me superaba por muy poco, siempre estaba molestando y buscando mocha, lo apodamos el veneno.
Un día llegó al pasaje con un palo golpeando nuestros trompos como si estuviera bateando en un campo con clara intención de quebrarlos. Logré rescatar el mío y aunque en un principio lo puse en mi bolsillo, ante la rabia y la impotencia de los otros niños lo enrolle rápidamente y cuál David lo arrojé a la cabeza del veneno, con tal puntería que su frente comenzó a sangrar fuertemente y se quedó tambaleando mientras nosotros corrimos despavoridos, con una alegría plena de venganza asumida.

Mala Memoria

Cuando volvamos a la normalidad,nos llenaremos de emprendedores y de vendedores ambulantes que nos harán sentir en un neoliberalismo resucitado del infierno.
Los ladrones robaran cualquier cosa dejando un pasado de esplendor donde eran selectivos en sus robos.
La cesantia se reflejará en los rostro de hambre, que deambularan por las calles demarcadas por causa del virus asesino, que no cederá tan fácilmente como lo muestra Europa.
Seguiremos con un presidente agónico, que con una ambición desmesurable intentará seguir salvando del holocausto a sus amigos empresarios.
En este panorama caótico surgirá la voz del pueblo empoderada que exigirá el fin del capitalismo y comenzaremos una nueva era.
En días como este
Cuando el sol se luce en el cielo,
Me dan unas ganas locas
De ir hasta el medio del cerro
Qué está cerca de casa
En ese lugar sentado,
leer algún poeta,
ojalá de esos inspiradores
Para luego bajar corriendo
A escribir lo que se me ocurrió.
Entró a la casa, me tomo un vaso de agua
Para pasar la sed y el calor
Enciendo el computador
Entonces me quedo jugando
Al solitario porque el poema
Ya se me olvidó.
Luego me resiento
Qué mal poeta soy yo
Salgo a la calle
Miro el cerro, un alivio
Me recorre el primer verso
De ese me acuerdo
voy me siento, lo escribo
Pero, hasta ahí llegó la poesía.
Un solo verso no es nada
Entonces se me ocurrió
Volver al cerro
Ese es el proceso de un escritor
Recibir lo que vivió
Sin embargo, ya es tarde
Y pienso mañana
Si es un día
Tan hermoso como el de hoy
Iré por los otros versos
Como lo haría un buen escritor.
Llueve a cántaros
Y tú no estás vestida
Desplegando tu hermosa figura
Por el cuarto frío
Se te pone la piel de gallina
Eres infinita en mis manos
Tu mirada cubre mi cuerpo
Nos damos el uno con el otro
Con la fuerza de la lluvia que cae.
Debo decirte una y otra vez que te amo
Qué te llevó y qué muero
si no estás a mi lado
Qué amor más desquiciado.
Llueve a cántaros
Somos dos cuerpos mojados
En un invierno
Donde el deseo no ha decantado.
De pronto estoy frente a ti
Y es tu mirada
Tu sonrisa
Tu voz
Tu boca
Todo en ti es una llamada
Qué me enloquece
Cada segundo
Qué pasó
Por tu lado
Y sin decir nada
Como un tonto
Me quedo viéndote
Con el corazón estirado
Sobre mi mano
Latiendo locamente enamorado.

La Voz

Hoy no tengo nada que escribir
Se me acabó la voz
De tanto intento poco fecundo
Se me acabó la voz
De tanto ir sin rumbo
De mucho repetir
De creer que nada tengo que decir
Se me acabó la voz
El encierro obligado
El pasar de un cuarto a otro
El encender la radio
Apagar el televisor
Leer el diario
Elegir la novela
Sentarse a leer
En el sofá que da a la ventana
Qué me muestra el día nublado
Qué se lleva mi atención
Cuando pasa un pájaro negro
Augurando algo peor
Todo está confabulado
Para que se me acabe la voz
La pobreza escrita en los muros
El hambre con cuerpo y voz
La soledad, el miedo
El contagio en el.metro
En los barrios
Los viejos caen marchitos
Los hospitales se completan
Y no.puede entrar nadie más
Los muertos que se apilan,
Los muertos anónimos
La cuarentena que no sirve
El insomnio, el suicidio de los hambrientos
Los locos infectados sueltos en la calle
Los que disparan, los saqueadores,
Los ladrones, los pacos que reprimen
El gobierno que no gobierna
Ya no me queda voz
Se desploma la economía
Falta pan, sobran los ricos
Qué no saben nada de nada
Sobran los infames
Estoy absolutamente angustiado
El dolor que tengo me ha quitado la voz.

La Felicidad

La felicidad me llegó tarde y en medio de una pandemia. Siendo así es incómodo sentir ese sentimiento no perpetuo en medio de tanto dolor.
La felicidad entonces pareciera debemos disimular cuando estamos con otros, que es lo menos que se da ahora.
Es que es difícil explicar que a pesar de las penurias económicas que se pueden tener.
La felicidad nos sorprende con sus abrazos espontáneos de quién te ama, de los largos momentos que estamos con los hijos y del extenso tiempo que tenemos para estar juntos y mirarnos.
Se puede estar triste y preocupado, aunque se puede andar a patadas con la rabia de estar encerrado o la frustración de no tener que comer.
Pero, no se puede negar que estar en familia tiene un poco de felicidad que no se puede disimular aunque se tenga el llanto en la garganta apretado.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...