miércoles, septiembre 18, 2019

La noche está llegando a su fin, no se ven estrellas por lo tanto está nublado. Puedo sentir la fría mañana que se avecina. Hay mucho silencio, está propagado hasta donde mi vista alcanza. En unos minutos más las aves que ahora  están en silencio, interrumpirán con su trinar matutino  en mi cuarto; en su mayoría son gorriones pero, últimamente las tórtolas abundan en las calzadas y en.los pocos arboles que nos quedan. En las poblaciones escasea el verde, es frecuente el cemento, las rejas y los automóviles desparramados como invasores modernos en las calles estrechas de los pasajes.
Aún no puedo volver a encontrarme con el sueño, no me quejo disfruto de este placer de escribir. Hay algo que me preocupa del día que se avecina, tanta comida que estará sobre la mesa, iré por las verduras la fruta y el postre. Es el.momento de compartir con la familia..
Mi mano derecha se adormece de la nada. Mi cuerpo envejece más rápido que mi mente. Hay una corriente fría que se cuela por alguna parte.
Aún el silencio y la quietud, la noche se estira, al.parecer seguirá callada como si no quisiera dar paso a la madrugada o quizás los gorriones se tomaron la noche y dormirán.mas de la cuenta. 
Encenderé la luz y leeré tal vez, quien sabe el sueño me atrapé.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...