jueves, abril 27, 2017

Sala de espera
La radio encendida y nadie la escucha es que los receptores de televisión permanecen todos abiertos como canales que se adentran en aquellos que esperan sentados o se aglomeran en los pasillos en filas que no tienen fin. Todos parecen ausentes de los otros, la mirada fija en la televisión los emboba en un giro inútil de la citación al médico, aquí en el hospital parece vano hacer cualquier amistad es que nadie quiere al parecer escuchar las desgracias del otro. Por fin, alguien apaga la radio que permanecía encendida en el baño público, entonces se hace más presente el sórdido silencio que se interrumpe con el llamado de algún doctor a un algún paciente que avanza y todos lo miran cómo preguntándose a qué hora llegaste, por qué te llaman primero y entonces todos miran con disimulo el reloj que está en la oficina de recepción donde secretarias revuelven papeles interminablemente y levantan con desespero la cabeza para ver quien sigue en la fila. No sé si en esta sala pero en otras a muerto gente esperando lo acaban de decir en la tele y todos piensan en cuan grave es su enfermedad, si vale la pena esperar hasta la muerte, es el momento en que más de alguno con un acto de enfado se marcha golpeteando fuertemente su bastón en el piso como para que alguien escuche su acto de rebeldía.

martes, abril 25, 2017

Hoy, justo en esta esquina al lado de la casa rosada y enfrente de la casa blanca, donde revolotean los pájaros y los perros ladran a los autos; entra un viento fuerte cordillerano, frio, de esos que calan los huesos y atraviesa el pasaje dejando un halo de hielo que se rompe con el cristalino sol matutino. Así llega el presentimiento de que viene el invierno como si el otoño durara unos días y se marchara con el Tito que con sus 99 años aún sigue vivo, en esta esquina sentado en una banca afuera de la casa blanca, allí dice el vecino que espera lo venga a buscar la muerte o se lo lleve el frio.
Me duelen las voces del olvido
El odio vivo
La verdad oculta
La ceguera perpetúa
La voz que le miente al oído
La mano que aún se siente opresora
Me duelo lo sufrido
Me duele que no se hayan ido
Que aún pululen por las calles
Que se crean inocentes
Me duele que aún esperemos el perdón
De los cobardes soldados
Que asesinaron y torturaron
Escuchen bien NI PERDÓN NI OLVIDO.

sábado, abril 22, 2017

El mar llega con fuerza, avanza silencioso y
Manso hasta la orilla/ como un beso suave
Se acurruca a la arena / y como un amor perdido
Se aleja y vuelve con trazos largos y sucesivos/
Mi mar querido aquel que mece el cielo vivo/
Y que acoge a la luna en su nido/
Te añoro cuando siento el rocío/
Cuando el viento frio/ cuando cálido a tu lado rio/
Amor de piratas y marinos/ está noche de otoño
te acuerdo y no te olvido.

Sentenecia


Una lluvia suave cae a esta hora en Santiago, es casi una llovizna, las gotas se desprenden de los árboles y caen abruptamente al piso esparciéndose en miles de gotitas menores y posteriormente morir en la sequedad del piso de cerámica.
Me miro al espejo y veo que mi barba está crecida y más blanca ya se acerca mis sesenta años lo que me provoca cierto escozor, mientras recojo mi bastón que se ha caído al piso en acto circense con el otro porque no me puedo agachar, pienso en como llegue a este estado y la primera pregunta que se me viene a la cabeza es ¿por qué a mí me pasó estor? Dejar de trabajar y cambiar tu vida en un cien por ciento no es fácil, de caminar bien a pasar a caminar torpemente y por poco tiempo con muletas, verse en este estado de depender de los otros para vestirte o ponerte los zapatos te entristece a momentos, la mejoría parece lejana y es en este estado que uno siente que la muerte es más cercana, todo te da miedo si el corazón late más fuerte, si un simple resfriado puede complicar todo, si te caes, en fin hay un claro temor a morirse; algo que nadie quiere la muerte se rehúye de cualquier forma con dietas, comidas sanas, etc. Se busca intensamente como vivir más años y en ello prima la inclaudicable sentencia dictada por dios o la forma natural de la vida de que todo lo que nace muere, todos estamos definitivamente condenados a morir.

lunes, abril 17, 2017

Casi
A quién no le ha sucedido. Hoy por la tarde después de una siestecita tomé el libro que estoy leyendo y le di una lectura a unas dos páginas cuando unas ganas de orinar me invadió, el libro estaba más que entretenido así que continué, sin embargo sentí que debía ir al baño y a decir verdad las ganas de orinar aumentaron en demasía, bueno para alguien en mi condición esto puede ser un poco más difícil, colocarse el pantalón es una odisea que tomas otros cuantos minutos, tomar los bastones y colocarse de pie no es fácil y toma casi un minuto, luego unos pasito y llegamos a la escalera con la primera apretada fuerte para no orinarse, un bastón , el otro, un pie luego el otro y avanzamos cuando estás bien ya es cansador, pero cuando tienes ganas de orinar doce escalones son una eternidad ya en cuarto la apretada dejó caer una gota de sudor que cayó en el escalón número cinco, pensé que no llegaría al último escalón pero tomé aire y me di una leve prisa la que sin pensarlo me hizo llegar podríamos decir a tierra firme, ahora a avanzar hasta el baño que está pasando el living cuando se llega a la puerta del baño las ganas parecen bajar estrepitosamente y entonces un ¡chucha! acalla cualquier gana y el aguantarse parece dejar escapar un leve chorrito; con desespero subes la tapa del baño, acomodas los bastones, te bajas el cierre y la felicidad te embarga, viene un descanso que te hace suspirar largamente, todo el sacrificio que fue llegar hasta allí y piensas alegremente eso ya es pasado y tiras la cadena.

martes, abril 11, 2017

Venecia



Venecia.

Su mirada se cruzó con la mía
En la esquina de Torrealba con Bilbao
En el momento en que la lluvia comenzaba
Al verla sin paraguas la socorrí  para que no se mojara
Ella sonrió de buena gana y juntos caminamos
Hasta lo alto del barrio encalada
Nos juntamos una y otra vez, con lluvia y sin lluvia
Hablamos de todo y reíamos de la nada
Jugábamos, y nuevamente en Bilbao nos besamos
Nuestro amor fue entretenido, amoroso y podría decir
Que corría torrentoso en nuestros corazones como el agua
Era un amor para siempre y por eso nos cazamos
Tuvimos tres hijos, lindos, maravillosos, muy amados.
Los años pasaron,  nos colmamos de alegrías, de algunas penas,
De peleas sin sentido, de caminos bifurcados, pero siempre,
Siempre en el amor nos confortamos.
Y en esta vida tan feliz nos vamos de la mano
Como un sueño hermoso caminamos por las calles
Torrealba con Bilbao donde siempre llueve y algo de amor
cae.

La Olla

  La Olla. La familia Barrera estaba sentada a la mesa; era la hora de almuerzo y esta vez a diferencia de los días anteriores la sopa tenía...