Las playas atestadas de veraneantes argentinos/ la televisión alejada ya
de los incendios/ llena sus pantallas de potos entregados al sol/ de
restaurantes siriviendo platos calientes de mariscos/ de un mar
transparentes y nuevamente de potos entrando a la mar/ cifras abundantes
de ganancias entre los comerciantes/ ahora vienen los turístas
chilenos/ que hacen exibicionismos con sus tarjetas de créditos/ que
encubradas como volantines/ se estiran más y más en la apariencia
chilensis/ un verano naranja toca melodiosa la radio/ tiene otro color.
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