Arturo A. Despertó a las once de la mañana y no porque fuera una costumbre despertar a esa hora, sino que desde que está hacinado debido a la cuarentena, duerme muy mal. Se queda dormido a eso de las diez, generalmente cuando está viendo las noticias y despierta a las tres de la mañana puntualmente, se sienta en la cama, toma un poco de agua de un vaso que tiene en su velador y se queda mirando por la ventana, dándole vueltas en su cabeza a algún recuerdo de su vida, se queda dormido y en una segunda etapa, despierta a las seis de la mañana, esta hora es imprecisa, siendo a veces a las cinco y unos minutos o pasado de las seis, pero siempre entre cinco y seis treinta de la mañana. Está vez toma su celular y lo revisa entrando a sus redes sociales, lo hace en silencio para no despertar a su mujer. Hasta que nuevamente se queda dormido y despierta como ya sabemos alrededor de las once de la mañana.
Su desayuno en un comienzo era con galletas queriendo seguir una dieta, pero, la ansiedad le fue cambiando su menú y hoy estaba tomando de desayuno huevo revuelto con dos panes y un café. Su mujer siempre está en pie antes que él y a veces le comparte algunos quehaceres de la casa para que tenga algo que hacer. A pesar de que Arturo se entretiene mucho con los matinales viendo como los políticos discuten sobre los últimos hechos acaecidos; eso hasta la una de la tarde que comienzan las noticias que lo ocupan hasta que su mujer lo llama a almorzar.
Después del almuerzo le entra un sueño desesperante y se va a su cuarto en busca de una siesta que no le dura más de media hora. Se levanta y se va al baño a orinar. Orinar es lo que más hace durante el día, lo tiene asumido con algo de la edad. Entonces se pone a pensar que puede hacer, lavar el vehículo, hacer algún trabajo con madera, leer el diario, limpiar o ordenar la bodega donde guarda sus herramientas o como hoy hacer pan amasado, una de sus especialidades de la cocina. La gracia de un buen pan amasado, dice él, está en el amasado, mientras más se amase mejor queda el pan.
Mientras el pan luva, enciende la televisión para continuar viendo la temporada tres de los 100 una serie que lo tiene un poco harto porque no alcanza entender como un personaje en un capitulo es bueno, luego un asesino, después traidor y luego bueno nuevamente. La verdad es que en esta serie no se puede confiar en nadie, piensa Arturo.
Con su mujer mantiene una buena relación y con ella está bromeando casi todo el día, Como para hacer más llevadera la relación de este encierro obligado, pero la verdad es que Arturo por sobre todas las cosas ama a su mujer y ella lo sabe y le corresponde regaloneando.
Claudia, la mujer de Arturo está más delgada, quizás debido a la preocupación que le provoca esta epidemia que en verdad la tiene con cierto temor y a diferencia de su marido prefiere saltarse las noticias que la finalmente la deprimen.
Claudia había tomado un baño cuando él le fue a avisar de que el pan estaba listo. Ella estaba frente al espejo peinando su cabello largo y ya canoso en algunas partes, mientras pensaba que lo primero que haría apenas se levante la cuarentena es ir a la peluquería y recuperar su color negro.
Mientras tomaban el café de la tarde, ella le medía la cantidad de pan que Arturo comía.
Te vas a convertir en un cerdo, le decía sonriendo y mirándolo a los ojos.
Está bien decía él dando inicio a su promesa de siempre que tarde o temprano comenzaría una dieta. Sabes le dice Arturo tengo unas ganas inmensas de ir a la playa, sentarme en un restaurante y comer una paila marina, caminar por la playa y sentir la brisa fría de la playa.
Eso al parecer tomará mucho tiempo, le dijo ella mientras embetunaba la mitad de un pan con mermelada. Yo iría a ver a mis padres, los hecho mucho de menos.-Hoy por la mañana mientras hablaba con mi mamá la sentí preocupada, así que le dije que pronto todo esto pasaría. ¿Sabes que mi papá va cumplir ochenta y tres años el viernes que viene? creo que debemos enviarle un regalo, que se lo vayan a dejar. ¿Te parece? mientras se quedó esperando una respuesta de su marido que sorbía su café con la lentitud de quien no quiere quemarse.
Claro que si le respondió Arturo al momento que tomaba el control de la televisión para ver colocar la teleserie que ellos seguían con entusiasmo.
Ahora Arturo se arropa en la cama y tomando la mano de su mujer se apresta a tener su primer sueño.
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